La película “Medianoche en París” de Woody Allen cuenta la historia de un guionista exitoso de Hollywood, un escritor bohemio que aspira ser novelista, que tiene un trabajo que no lo satisface, un libro que no consigue completar y un futuro en Malibú junto a una bella niña rica y vacía con la que va a casarse. Enamorado de París, llega a esa ciudad con su novia, sus suegros y unos conocidos con los que nada tiene en común, un tiempo antes de su boda. Una noche, se escapa a caminar por el barrio Latino y comienza a tener ensoñaciones con los años 20, cuando las campanadas dan la medianoche. Un coche lo invita a dar un paseo por el París de esa época. Así llega a conocer a Scott Fitzgeraldton, a Cole Porter, a Hemingway, a Picasso, a Dalí, a Luis Buñuel, Josephine Baker, Henri Matisse, Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin, Edgar Degas. La fantasía le permite concretar el sueño de huir de un presente que considera mediocre y banal, para refugiarse en un ilusorio paraíso de aquella edad dorada del pasado a la que se hubiera querido pertenecer.
Pero, llegando a la culminación, el protagonista se da cuenta que todos los célebres personajes estaban insatisfechos con su presente y con el tiempo que les tocaba vivir y siempre aspiraban estar en tiempos pasados como paraísos en los que todo era más feliz. El personaje entiende que hay que construir la felicidad en la realidad del hoy que toca vivir, sin dejar de lado a la creatividad, la fantasía, el humor como instrumentos para lograrlo. Se puede modular el presente para ser pleno.
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